martes, 30 de septiembre de 2014

Una entrevista a Edmond Baudoin


“Las cosas llegan y suceden porque hacer es siempre un acto mágico”, 
una entrevista a Edmond Baudoin
por Pablo Guerra
elgloboscopio.com

Mientras trabajaba como contador, el historietista autodicta Edmond Baudoin siguió cultivando el dibujo hasta debutar en el mundo de la BD a principios de los setenta. Varias décadas y miles de viñetas después, es uno de los principales referentes de -por ponerle un nombre- la historieta alternativa. Su acercamiento al dibujo y su habilidad con la tinta le han valido ser reconocido varias veces con los principales premios de la industria francesa. En 2013, lanzó El sabor de la tierra junto al también dibujante Troubs, una novela gráfica de viaje que narra el recorrido de los dos autores por distintos pueblos del Caquetá, en Colombia.

En el marco del quinto Festival Internacional de Cómics Entreviñetas 2014, Baudoin pasó por varias ciudades colombianas. Ojalá que su visita sirva para que su obra sea mucho más conocida en un país que todavía sigue pensando que el futuro de la historieta está en Tintín y Batman. Le hice algunas preguntas que espero aporten a que los celosos lectores nacionales se animen a descubrirlo.

PABLO GUERRA: En El sabor de la tierra usted se pregunta por los resultados de este tipo de viajes dibujados. Usted dice que este trabajo es “importante”, una idea que a muchos jóvenes dibujantes les puede parecer demasiado osada. ¿Cuál es la importancia de su trabajo como dibujante e historietista?

EDMOND BAUDOIN: No hubiésemos podido ir a Ciudad de México o al Caquetá como periodistas con una cámara fotográfica. Los seres humanos en dificultades no quieren ser fotografiados; la policía, los militares, los paramilitares son quienes toman fotografías. No habríamos obtenido una respuesta. Hay demasiado temor a las represalias. En México jamás hubiésemos podido entrar a una maquila de no ser dibujantes. Todo el mundo quiere su retrato dibujado, en cualquier parte del mundo. Tanto en Colombia como en México hacíamos el retrato de las personas que conocíamos y les dábamos el retrato a cambio de una pregunta. Antes de entregar el retrato, yo tomaba una foto del retrato, jamás de la persona, y esa misma noche copiaba de nuevo la foto para reproducir exactamente la sensación vivida en el momento del dibujo original. Atreverse a hacer este trabajo… en realidad es una alegría, vimos personas llorar de felicidad por el encuentro y el intercambio que les proponíamos. Lo único que podía ocurrirnos era que nos secuestraran pero el dibujo es un tanto mágico para todo el mundo, hay un respeto hacia los dibujantes. Lo constaté en países en guerra, como el Líbano en 1987.

PG: Ha realizado varios proyectos en colaboración con otros autores como sus viajes dibujados junto a Troubs y Cuatro ríos, junto a Fred Vargas. ¿Cómo aborda el trabajo colaborativo?

EB: No han sido procesos iguales. Con Fred Vargas, o ahora con Cédric Villani (un matemático con quien estoy haciendo un libro en este momento), trabajo en mi taller, tengo un guion, envío las páginas escaneadas y recibo comentarios y correcciones. Es realmente como trabajar con guionistas de oficio. Con Troubs, trabajamos en igualdad de condiciones, con la particularidad interesante de que él tiene 42 años y yo 72. Así que hay una mirada distinta sobre el mundo. Además, Troubs también es dibujante, por lo tanto, se genera un ambiente de intercambio permanente.

PG: ¿Qué piensa de la popularidad de la novela gráfica y de la tendencia a pensar la historieta como un género literario?

EB: Vivimos en un mundo donde la imagen se ha vuelto omnipresente, está en todas partes. Los niños leen imágenes desde que están en preescolar, no siempre saben leerlas pero están inmersos. Entonces, escribir con imágenes se ha vuelto algo natural. Todavía hay muchos países en donde esta forma de expresión indispone aún al lector tradicional de libros escritos, y además el cómic es caro y se asocia a una subcultura. Por lo tanto, en estos mismos países, muchos jóvenes sueñan con expresarse con historietas a pesar de las dificultades económicas y culturales. Lo hacen porque esta forma de contar, de pasar de las palabras a los dibujos y volver a las palabras es evidente para esos creadores jóvenes. Es una manera magnifica de narrar nuestro mundo, de narrar lo que vivimos.

PG: Como dibujante autodidacta, ¿cuál es su relación con la historieta tradicional? ¿Se siente parte de ella?

EB: Llegué tarde al mundo del cómic. Tenía 45 años cuando hice mi primer libro. Yo no lo podía creer y fue trabajando que descubrí la importancia de este medio, que entendí todo lo que puede decirse asociando palabras e imágenes. Escribir dibujando y dibujar escribiendo.
El hecho de que no fui un adorador de la BD me ayudó a inventar pues no conocía la gramática del cómic, así que busqué más allá.

PG: Al final de El sabor de la tierra, se pregunta si esta obra es un cómic o un performance. ¿Cuál es para usted la relación entre la forma de su trabajo y el contenido autobiográfico y realista?

EB: Yo no creo mucho en la realidad, hay muchas realidades. Tenemos que poner etiquetas, es decir: Este es un reportaje, esto es ficción, esto es autobiografía, esto es policíaco, esto es anticipación, etc. Pero los autores estamos en todas las áreas al mismo tiempo.
En cuanto a El sabor de la tierra y Viva la vida, este trabajo parecía un performance porque teníamos que terminar los libros en el último día de nuestra estadía en cada país. Luego de cada día de viaje, copiábamos y organizábamos nuestros dibujos por la noche para estar lo más cerca posible de la experiencia física de esos momentos. Así que, por supuesto, haciendo estos libros solo habíamos dormido dos o tres horas por noche, como si fuera un performance.
Pero las cosas pueden funcionar de otra manera. Para mí, el contenido y la forma es muy importante. No he hecho dos libros de la misma manera.

PG: ¿Considera que su trabajo es político?

EB: Toda obra escrita, o musical o espectáculo es político, al igual que el deporte. En ese sentido debemos ser cuidadosos en cómo asumimos ese hecho. Así que mi trabajo siempre es político. Mi madre no sabía leer y escribir, yo escribo por ella.

PG: ¿Cómo recibe esta invitación a un festival latinoamericano de cómics?

EB: Espero aportar un poco de los que sé y recibir mucho de lo que ustedes saben.



PG: Después de Viva la vida, ¿cómo cambió la metodología de trabajo con Troubs para el viaje al Caquetá? ¿Por qué deciden utilizar el intercambio de recuerdos por retratos en el recorrido por Colombia?

EB: En Ciudad Juarez era evidente que estábamos en una ciudad en guerra, así que preguntamos por los sueños y expectativas de vida.
En Colombia, un país con tantos desplazados, tantas personas que perdieron su tierra y su hogar, era lógico que la pregunta fuera: ¿Cuál es su recuerdo?

PG: ¿El azar es importante en su trabajo? ¿Cómo adaptarse a lo desconocido?

EB: Sí, por supuesto. Es el empirismo. No podemos saber si las cosas estarán bien. No sabemos a dónde llegaremos. Para Colombia, Troubs y yo pedimos tener las posibilidad de hablar con niños en las escuelas de los pueblos para darles clases de dibujo. Así, era más fácil hablar con los padres y los maestros para intercambiar los retratos por recuerdos.
Fue divertido, los niños se reían todo el tiempo cuando se encontraban con adultos que hablaban tan mal español.
De igual manera, para el encuentro con las FARC, no podíamos esperar el momento de salir. En ese caso, ellos sabían de nuestros viajes y nos contactaron porque les interesaba darnos sus opiniones.
Todo se hacían de manera aleatoria.

PG: Un gesto muy interesante de El sabor de la tierra es que le dedican el mismo espacio a las opiniones de los personajes que se encuentran en el Caquetá que al experto Alfredo Molano. ¿Esto fue el producto de una decisión consciente?

EB: Es muy bonito lo que usted dice. No, no lo hicimos de manera consciente. Las cosas se hicieron de esa manera natural.

PG: ¿Piensa que este tipo de narraciones pueden ayudar al proceso de paz?

EB: Eso me encantaría. Pero lo que hemos hecho es solo un grano de arena. Entonces uno puede soñar que es un grano que sirve para construir una casa.
Creo que es importante que la gente hable. Es difícil dar voz a las personas desplazadas por el miedo que tienen a las represalias. Con el dibujo puede que el miedo sea menor. Tanto Troubs como yo nos dimos cuenta de que se puede hacer. ¿Por qué no, ahora mismo, muchos otros dibujantes colombianos no hacen el mismo ejercicio? Sería un montón de arena. Sueño con eso y vivo de mis sueños.

PG: ¿Todavía siente que, como en El sabor de la tierra mientras esperan el encuentro con la guerrillera, todavía está esperando algo importante que está por suceder?

EB: No nos hacíamos la pregunta de cómo debía ser el libro. Estábamos ahí, con los días, las noches, el cansancio, las emociones de los encuentros. Las cosas llegan y suceden porque hacer es siempre un acto de mágico.

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